jueves, 28 de junio de 2012

Posos


No tengo que decir que últimamente estoy algo desganado desde el punto de vista bloguero, es evidente el tiempo que ha pasado desde mi último post… ¡toda la primaveraaa!  Y pido disculpas, ya que no se puede estar tanto tiempo sin dar señales de vida. También os digo que no sé muy bien cuál ha sido la razón de tan prolongada ausencia; pero nada importante, lo prometo,  que no sea el simple hecho de cambiar de vida y de retomar (en la vida no se puede ser muy innovador) costumbres ya practicadas anteriormente tratando de encontrar, quizás, ese “poso” que vamos dejando al caminar por el sendero de nuestro tiempo.
Vivimos muy aprisa, y casi nunca por nuestra culpa, sino que es consecuencia de lo que nos rodea. Nuestro trabajo, nuestra familia, nuestros vicios y nuestros momentos lúdicos y los serenos se suceden de manera desordenada y casi sin premeditación. Pasamos de uno a otro de tal manera y casi inconscientemente que ni miramos hacia atrás, y por ello nos olvidamos de lo que yo llamo “el poso de la sabiduría de nuestra intima vida”. Pues en este tiempo inmediatamente interior, he encontrado alguna de esas huellas perdidas, y al encontrarlas no he podido dejar de sonreír porque me trajeron recuerdos muy intensos. Incluso los desagradables me han hecho y me hacen reír, porque me digo “que pardillo eras”. Aún en esa alegría o risa, más o menos loca, me doy cuenta de cómo ciertas personas han caminado conmigo, y yo con ellas, a lo largo de un trecho más o menos largo y resulta que una gran mayoría, hoy ya no están en la misma estación que yo. Sus caminos se han separado, o se han escondido detrás de algún matojo, del mío. O se han cansado y han buscado acomodo en otras playas. El caso es que ya no están y me queda la sensación de que si volviese hacia atrás, si eso pudiese ser, quizás ni me saludarían o ni se acordarían de mí. Pensar en esto nos puede llevar a muchas conclusiones, a casi la gran tesis del conocimiento del ser humano y su comportamiento, pero al final la conclusión, lo mire por donde lo mire, es que siento que me han utilizado. Y quizás, seguro, esas personas piensen lo mismo de mí. Es algo que el poso que queda en el camino y que he intentado entender volviendo hacia atrás, guardará para siempre escondido entre las huellas que han quedado para la historia de todos y para la nuestra propia.


Pero todo eso no ha influido tanto como para perder otras cosas. No he dejado de tener el gusto por la poesía, ni por las rosas, ni por la música ni por el vino tinto. Y para celebrarlo y recordarlo os dejo estos versos que no recuerdo en qué poso del camino los encontré.


En el camino 
las rosas imaginan
a los colores.
Los roban a tus ojos,
los ocultan los pétalos.


Disfrutarlos, si os parece bien, como lo hice yo cuando los encontré.


Y para semejantes versos, música… Hoy también traigo una música encontrada, muy escondida. Espero que os guste y os haga sentir esplendorosamente sonrientes. John Lennon y su “Imagine”. A imaginar, a imaginar… Para todos y todas, besos y abrazos, muchas rosas y el vino tinto que no falte.


2 comentarios:

Calma en días de tormenta (Darilea) dijo...

Hoy entré como lo hago casi siempre, y esperaba encontrarme tu último post, y me encuentro la alegría de que has posteado de nuevo. Supongo que eso de que hay quién se ha olvidado de ti, no será por mí, que sabes el gran cariño que te tengo o te tenemos ya que a mi cariño se ha unido, quién tú sabes y se alegra saber de ti, tanto como yo.
Te echo de menos, y sí nuestros caminos se han distanciado un poco, pero no por eso voy a olvidar quién es Breo, quién me ha enseñado tanto y me ha demostrado estar en los buenos y peores momentos de mi vida. Si pudiera condecorarte con una medalla la haría con la de mi hermano mayor pues así lo siento.
Un beso Carlillos, y acuérdate de dejar la ventana abierta ;)

Charlie Jiménez dijo...

Tienes razón, quizás algunos caminemos ahora sobre otras playas, pero sin querer buscamos nuestras antiguas huellas en la arena, que las olas, generosas, se han olvidado de borrar. Encontramos sin buscarla la delgada línea que separa el mar en calma del cielo ya anaranjado, sí, justo allí donde el horizonte cierra los labios. Recordamos entonces, que lo que ahora somos es fruto del poso que dejaron algunos en nuestro corazón y a los que nunca, NUNCA, olvidaremos.

Un fuerte abrazo querido Carlos.

Karlos